La imagen propia no refiere solamente a lo que capta el sentido de la vista. Existen ideas y emociones asociadas a esta imagen. Aceptación, rechazo, placer, distorsión, orgullo, enojo, insatisfacción, estima, parálisis, vergüenza, obsesión... y tantas otras. Lo cierto es que entender cómo está conformada la imagen propia, que para cada caso es singular, puede ampliar las posibilidades de elección. Y entenderla, no es acumular metas para alcanzar un modelo ideal social. Sino ir rastreando los orígenes de esas ideas y emociones que obstaculizan, para permitirse armar una mejor opción, dentro de la historia personal.