La frustración es un sentimiento no agradable que aparece cuando no se consigue lo deseado.
Esto puede estar acompañada de ira, ansiedad, angustia, baja autoestima, aislamiento, humillación, etc. Esto puede ir creciendo con el tiempo, generando la idea de que no somos capaces de afrontar el malestar, y el obstáculo puede pasar de ser algo simple, a ser una pesadilla. También, puede provocar que derivemos la culpa en el otro, instalando una posición de víctima para evitar confrontarnos con nuestras falencias. Por eso es que la TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN, es una habilidad que permite incorporar los fracasos, demoras y contratiempos como parte de la vida. La capacidad de espera permite resignar un bien inmediato, con el fin de obtener un bien mayor a largo plazo. Esta capacidad se vincula con la tolerancia a la frustración. Asimismo, los límites son un componente necesario para vivir en sociedad, ya que permiten un ordenamiento que da lugar a la construcción de proyectos, vínculos con otros, etc. La incorporación de límites como algo positivo también está relacionada con la tolerancia a la frustración. En la medida en que se va desarrollando esta habilidad, la persona va adquiriendo paciencia, reduce las perturbaciones emocionales, gana confianza en sí misma, sale de la posición de víctima y genera autoconocimiento.